
El currículo debe ser modificado y adaptado al medio, a las necesidades y realidades de las comunidades y de las escuelas, de tal manera que respondan a los intereses, aspiraciones y condiciones de cada una de ellas. De esta forma, la flexibilidad del currículo radica en la capacidad de adaptación que tiene al entorno o contexto inmediato que viven los procesos de enseñanza - aprendizaje.
En cuanto a la flexibilidad curricular, el pedagogo Abraham Nazif (1996) habla de la “posibilidad de conceptualizar y relacionarse de manera dinámica y transformada con el conocimiento. Implica también incorporar los saberes cotidianos y reconocerlos como parte de la formación de los sujetos; dar legitimidad a estos saberes es reconocer especialmente a los alumnos como personas capaces de pensar, reflexionar, interpretar, sentir y relacionarse desde sus propias experiencias y conocimientos”.
Pienso que para llegar a este punto, es necesario reducir el tiempo en las aulas; pasar de clases magistrales y teóricas a las clases prácticas y vivenciales: “aprender haciendo” Esto permite al estudiante dedicarse más a la biblioteca, a la consulta vía internet, a los laboratorios, al trabajo de campo, a la investigación, al aprendizaje por la experiencia... La meta es enfrentar a los estudiantes con la realidad y, desde allí construir un aprendizaje más sólido y más contextualizado; humanizante y flexible.
Victor Hugo Muñoz
1 comentario:
Gracias Victor por su aporte.
Es importante pensar en la realidad educativa colombiana, exige retomar las características estructurales del contexto, sus características y necesidades regionales para fomentar currículos contextualizados que entreguen una formación real y por competencias para ofrecer nuevos espacios que permitan orientar una formación integral y laboral.
Lo invito a trabajar el nuevo tema.
Saludos
Luz Marina
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